El engaño es algo que acompaña al ser humano y podríamos decir que forma parte de él. Y aquí, ya podríamos iniciar un profundo debate filosófico-moral lleno de discrepancias y al que sería prácticamente imposible extraer una conclusión universal válida. Y no es nuestro papel poner sobre la mesa grandes cuestiones éticas. Ya sabes que desde este espacio tratamos de acercarte temas tecnológicos que consideramos que pueden ser de tu interés. La reflexión anterior surge por la cantidad de ocasiones en las que este espacio tecnológico alude al uso de la innovación como recurso para la comisión de actividades ilícitas. Y mucho nos tememos que esto va a seguir siendo una norma.

Hoy nos ha llamado la atención una noticia que parte de un informe del FBI que advierte de la proliferación del uso de la tecnología Deepfake para conseguir puestos de trabajo en ámbitos en los que está instaurada la modalidad de teletrabajo. Por si no lo recuerdas, Deepfake es una técnica de inteligencia artificial que permite editar vídeos falsos de personas que aparentemente son reales. Ya te hemos hablado de ella en un par de ocasiones, a cuenta de la Guerra de Ucrania o de webs para adultos. Pero nunca perderemos nuestra capacidad para sorprendernos. Y es que la alerta del FBI lo dice claro: hay imágenes creadas a través de esta técnica “presentándose” a entrevistas de trabajo telemáticas. El entrevistador no puede conformarse en extraer conclusiones sobre la preparación o la idoneidad de la persona para el puesto. Estamos en el punto de que debe dilucidar si está frente a una persona real o se trata de una recreación por ordenador.

Algunos ejemplos de Deepfake

La intención que hay tras estos falsos entrevistados no es hacerse con un puesto de trabajo desde el cual desarrollar un futuro, como es lógico. El objetivo es, básicamente, delinquir. El perfil de trabajo en el que se ha detectado este fraude corresponde a empresas tecnológicas y puestos en los que se tiene acceso a información susceptible de ser “rentabilizada”, tales como datos de clientes, datos económicos, bancarios… Y claro, esto es lo que quieren obtener los ciberdelincuentes que hay tras el uso del deepfake.

A priori, puede parecer bastante difícil que se produzca un engaño como éste, pero hay que tener en cuenta que, a menudo, las videoconferencias cuentan con inconvenientes tales como congelaciones de imagen, voz entrecortada… una serie de pequeños problemas técnicos que pueden hacer pensar que estamos ante la clásica problemática de este tipo de comunicación en lugar de caer en la cuenta que estamos delante de alguien que no es tal.

Y es que uno de los problemas que tiene enfrentarse a esta tecnología es algo de lo que ya hemos hablado con anterioridad: los seres humanos somos relativamente fáciles de engañar con el Deepfake. Pero es que, además, aunque las plataformas puedan presumir del desarrollo de software capaz de detectarlo, la fiabilidad de estos programas está lejos de ser la deseable. Y no estamos hablando de personas completamente inventadas. Puede tratarse de ti o de mí, recreados para la ocasión, aspirando a ese perfecto puesto de “tesorero”, por ejemplo.

Barak Obama ha sido un recurrente personaje «deepfake». Igual que le suplantan a él pueden hacerlo con cualquiera

Desde el FBI, alertan de la situación de la que han tenido conocimiento, aunque tampoco especifican en cuántas ocasiones se han producido este tipo de intentos ni si, finalmente, han tenido éxito en la suplantación. Lo que si han trasladado es que desde las empresas que así lo descubrieron, detectaron cómo no se correspondía la imagen con el sonido, con detalles sorprendentes como una tos que se escucha, pero no se puede ver, ni con retardo.

No sabemos si este es un problema que importaremos rápidamente o que incluso pueda estar ya presente entre nosotros. Si vas a entrevistar a alguien para un puesto de trabajo de manera telemática, tenlo en cuenta.